En su breve extensión, estas calles resguardaron las campanadas de un reloj, el ir y venir de todo tipo de mercancías y el andar de los cocheros sobre el trote de sus mulas o caballos.
En la esquina suroeste de la plaza de la Constitución, donde desembocan 16 de Septiembre y 5 de Febrero, existe una calle llamada Portal de Mercaderes que, hacia el norte, a un costado de la Catedral, toma el nombre de Monte de Piedad (antes Empedradillo). Un elemento arquitectónico y una institución son los que dieron nombre a estas calles: los portales y el edificio del Monte de Piedad,construido en 1863.
El Portal de Mercaderes
Los portales ubicados entre Madero y 16 de Septiembre son tan antiguos como la edificación de la temprana capital de la Nueva España, aunque han sido remodelados varias veces con el paso del tiempo. Hacia 1524 se acordó que los habitantes que tuvieran casas alrededor de la plaza construyeran portales para que los comerciantes pudieran resguardarse del sol y la lluvia con sus mercancías, pues aún no existía un mercado. El resto del tiempo, los portales debían permanecer desocupados. Sin embargo, sus dueños los rentaron a personas que ejercían ahí diversos oficios, como los escribanos, que después se ubicaron en los portales de la plaza de Santo Domingo.
Resulta curioso imaginar que, además, esos portales servían como paseo para los habitantes. José María Marroquí, en su libro La Ciudad de México, relata que entre las décadas de 1840 y 1850, todos los domingos y días festivos se paseaban los miembros más ilustres de la sociedad entre las once de la mañana y la una de la tarde; y en la noche el sitio se volvía aún más concurrido. Se reunía tal cantidad de personas y avanzaban tan lento que era necesario organizarse en ese estrecho espacio: unos iban por la derecha y otros regresaban por la izquierda.
Mercado del Parián
En la esquina de la plaza que ve hacia 16 de Septiembre y 5 de Febrero hubo un mercado cuyo aspecto se aprecia hoy gracias a una de las maquetas ubicadas en la estación del metro Zócalo: el Parián. Su historia inicia en 1658, cuando se componía de casi trescientos cajones de madera, provisionales y distribuidos sin mucho orden, donde se vendían variados productos. Luego se fincó un edificio inaugurado en 1703 y, casi un siglo y medio después, fue demolido durante el mandato de Antonio López de Santa Anna, en1843.
El padre y el tío del escritor Guillermo Prieto tenían comercios en el Parián y, según cuenta él mismo en Memorias de mis tiempos, la mayoría eran de ropa: «la parte interior[del edificio] estaba cruzada por callecitas estrechas en todas direcciones, y en el centro una manzana de cajones, que así se llamaban las tiendas». En la cara que daba al PalacioNacional había cajones de fierro, con su expendio de campanas, chapas, rejas y balas; hacia Catedral, había relojerías; frente al Portal de Mercaderes estaba la Sedería de Rico, que vendía encajes y sedas traídas por la nao de China. El Parián, señala Prieto, era el sueño dorado. En suma, la plaza comercial de moda de la antigua capital.
Empedradillo
En la esquina de Tacuba y Monte de Piedad (Empedradillo),Hernán Cortés mandó colocar en 1528 un reloj para que los oidores (jueces) llegaran a tiempo a las audiencias (juicios)que se realizaban en aquellas casas, cuyo terreno ocupa actualmente el Monte de Piedad. Siglos más tarde, en 1839,se trasladó al Empedradillo el sitio de coches de alquiler que estaba a un costado de Catedral, a la altura de Madero. Ahí,los coches, jalados por mulas, se formaban a lo largo de la calle, desde Guatemala hasta 5 de Mayo, en una línea continua que no dejaba espacio libre para el paso del peatón. Sucedía que mientras los coches estaban estacionados, los animales —que debían cumplir ciertas características para andar por la ciudad (ser mansos, ni flacos ni viejos)— se acercaban tanto a las ruedas del coche de adelante, que las personas evitaban pasar por ahí porque temían que de una embestida les rompieran las costillas. La algarabía que armaban cocheros y mulas ha desaparecido, pero el trajín de estas calles medulares no ha disminuido, solo ha cambiado. Por ejemplo,las estaciones del Turibús y de tranvías turísticos hoy tienen como punto de partida el antiguo Empedradillo.
Por Carina Víquez